Junio de
2021
Ramón
Clares
02-06-2021
Entrevista llevada a cabo por la publicación especializada Yoga en red: "No
me gustan los aspectos dogmáticos o sectarios en el Yoga"
No
cree en los ángeles y tampoco en los gurús, aunque es un
experimentado (e independiente) profesor de Yoga Iyengar. Eso sí, se
limita a enseñar a practicarlo lo mejor que puede. Rechaza
atribuirse otras competencias, y menos que ninguna otra la de
teorizar, impartir doctrina y usar grandes palabras.
Empezó a
hacer Yoga en el centro Sivananda de Madrid. Luego conoció el Yoga
Iyengar y le encantó. “Pero había algunas cosas que desde el
principio me producían ciertas dudas, algo que no me encajaba bien”.
Catorce años después de este “desencuentro amoroso” (en
sus propias palabras), Ramón Clares se ha asentado en sus clases de
Yoga Iyengar de Yoga Center de Madrid. “A lo largo de todos estos
años he procurado que este yoga conserve toda su esencia pero sin
que se le pegasen otros aspectos de tipo dogmático o sectario que me
a mí nunca me gustaron y con el tiempo me gustan menos”.
Cuando
apareció Yoga Center en su vida, “me ayudaron muchísimo porque yo
entonces estaba necesitado de apoyo”. De allí salió la primera
promoción de profesores Iyengar (en España) no acogida a los
circuitos ordodoxos. “Siempre quise que este yoga pudiera ser
estudiado, pero sin tener que pagar el tributo de un ambiente
devocional al gurú. Nunca he querido discutir ni ofender, sino
plantear una alternativa para quien la quiera usar”.
¿Qué
motiva a un profesor a seguir dando clases cada día en el mismo
centro durante 14 años?
La
práctica, a mi me sustenta la ilusión por la práctica; desconozco
otra motivación.
¿Cómo
entiendes la espiritualidad?
Nunca
la tratamos de forma académica; cada uno la puede entender de forma
diferente. La espiritualidad es un camino personal en la vida de cada
uno. Y el Yoga está aquí como apoyo, como referencia, para mí
fundamental, pero yo nunca pondría un cartel diciendo “aquí se
enseña espiritualidad”.
¿Cuál
es para ti la esencia del Yoga?
Si
digo la práctica, va a quedar aburrido. Mis alumnos se lo toman un
poco a risa cuando les digo que no tengo ni idea de lo que es el
Yoga. Pero es cierto, aunque paradójicamente puedo manejarme con él,
puedo explorar, puedo beneficiarme de esta práctica. Si tuviera que
dar una definición tendría que acudir a los Yoga Sutras y demás
fuentes. Aunque creo que eso también debería de ser una
interpretación personal de cada uno. Lo que a mí me aporta la
práctica puede que no sea lo mismo que lo que te aporta a ti. Así
que yo procuro no dar definiciones radicales o rotundas sobre Yoga.
Prefiero enseñarlo.
¿Es
el Yoga Iyengar el más respetuoso con la práctica física?
Bueno,
ya sabe que el señor Iyengar dice que no hay posibilidad de separar
lo físico, lo mental y lo espiritual; yo me acojo a ese criterio,
como a la mayoría de los criterios de Iyengar a la hora de abordar
la práctica. Yo diría que es un método respetuoso, y no sólo con
lo físico, sino con toda la persona. Pero pienso que lo de respetar
depende menos del estilo que de los profesores, y de si la práctica
respeta al alumno o si pasa por encima de él.
¿Qué
encontraste tú en Yoga Iyengar para decantarte definitivamente por
él?
En
principio, materia para trabajar, porque yo andaba buscando un
escaloncito más. En Sivananda me fue muy bien en mi primer contacto
con el Yoga, pero entendí que necesitaba algo más. El segundo
escalón fue pasar a mi
Yoga Iyengar, ya como independiente.
¿Y
qué camino has elegido para avanzar en tu
Yoga Iyengar?
No
lo sé. Yo no he caminado solo sino con mis alumnos y mis compañeros.
Como dirían los agricultores, hacemos lo que podemos con lo que
tenemos. Esto significa que, con todo el arsenal que proporciona el
Yoga Iyengar, tratamos de que todo el que venga aquí pueda
practicar. Y siempre, al servicio del alumno, que no está aquí para
pasar de nivel ni para batir récords. Yo hacía atletismo y conozco
esa obsesión de ir batiendo récords, y está muy bien durante una
determinada época de tu vida, pero no para el Yoga. Aquí enseñamos
principios de práctica que los alumnos más avanzados aplican a
posturas más complejas, pero los principios no cambian.
¿Qué
tienen que aportar los alumnos?
No
se lo ponemos facilito, pero la dificultad aquí no pasa por el plano
atlético sino por tener unas condiciones mínimas de atención y de
interés.
¿Por
qué a alguien le conviene practicar Yoga?
Porque
no hay muchas alternativas a la hora de recomponer un cuerpo
castigado. Y puede ser castigado por muchas causas: por motivos
laborales, deportivos… Casi no hay nadie que venga a probar que no
tenga algún tipo de tensiones cervicales, lumbares, rodillas
operadas, etc. Y no hay otra actividad que ayude como el Yoga. Gente
que no podía correr, vuelve a correr; gente que le gustaba algún
tipo de baile y se había machacado, puede volver a hacerlo. Yo venía
desahuciado del deporte, y empecé a hacer Yoga porque casi no podía
hacer nada. Y con el tiempo he vuelto a recuperar cosas que hace 20
años pensaba que ya había perdido para siempre.
¿Tan
mal estabas?
Hecho
un cuadro. Un accidente de montaña me dejó con vértebras
aplastadas y un corsé durante siete meses. No sé dónde entra aquí
la espiritualidad, pero yo sé lo que es la frustración, el dolor, y
cómo vas superándolo con la fuerza interior que el Yoga te obliga a
sacar. Creo que todos los que vienen aquí a probar… pueden
vivir mejor.
¿Y
conocerse mejor a sí mismos?
Depende
de la persona. El hecho de que yo sea profesor de Yoga no me faculta
para entrar en estos asuntos. Yo aquí reparto Yoga, el mejor que
puedo.
Y con
mucha humildad…
No,
creo que es más bien sentido del ridículo, y yo tengo mucho. No me
gusta meterme en jardines que no son los míos. Los profesores de
Yoga tienen que pararse a reflexionar cuál es su papel. Hay
psicólogos, terapeutas, profesionales que pasan consulta, e igual
que a mí no me gusta que el médico usurpe mi territorio, yo tampoco
voy a usurpar el del terapeuta.
¿Qué
mensaje quisieras transmitir a las personas que van a iniciarse en el
Yoga?
El
mundo del Yoga no es diferente al de fuera. Yo he vivido cosas muy
bonitas en ese mundo y cosas muy feas, igual que fuera. Les diría a
esas personas que empiezan que cuenten con ello. Da igual los
carteles que se pongan en la puerta; hay que entrar, hay que
discriminar… y hay que tener suerte. No existen burbujas mágicas;
la vida es la misma, y mejor que sea así.